lunes, 16 de enero de 2017

Las huellas del glaciarismo

Las huellas del glaciarismo. El Lago Enol

El relieve de las zonas altas de los Picos de Europa muestra signos inconfundibles de la
acción erosiva de sistemas glaciares, que fueron ya puestos en evidencia por Hugo Obermaier en1914. A pesar de que debieron ser varias las etapas glaciares que existieron durante el Cuaternario, suponemos que fue la última de ellas, borrando el modelado previo o superponiendo su acción a las formas anteriores, la responsable del modelado glaciar conservado.
Durante la última glaciación, el hielo se acumuló en circos glaciares que llegaban en muchas ocasiones a unirse entre sí cubriendo, a modo de casquetes glaciares de montaña, las plataformas altas de los Picos, de las que únicamente emergerían las torres y aristas elevadas. En estos casquetes, el espesor del hielo debió ser muy variable, llegando a superar los 300 m en las zonas mas profundas, situadas sobre las depresiones de los circos y cubetas glaciares.
De los tres casquetes que cubrieron los respectivos macizos de los Picos de Europa, el más
extenso fue el del Cornión o Macizo Occidental que, con una superficie próxima a los 50 km2,
constituye el mayor sistema glaciar cantábrico.
Aunque el nivel de las nieves perpetuas se situaba en torno a los 1500 m de altitud, las
lenguas glaciares descendían desde estos casquetes elevados a través de valles y canales,
alcanzando frecuentemente cotas de 700 u 800 m. En situaciones muy favorables, bien por su
pendiente o por su extensa cuenca de alimentación, estos frentes descendían incluso por debajo de los 500 m, como en el caso de Capozo, Mesones, Moeño, Dobresengros o el Texu, modelando los valles cuya morfología, con fondos planos y escarpadas laderas, resulta característica de la erosión glaciar.
En los Lagos de Covadonga se conserva el más complejo conjunto morrénico frontal, sobre
el que se asienta el Lago de la Ercina. Otras morrenas importantes en el Cornión se reconocen en Belbín y las Vegas de Llós y Arestas o en el entorno de Caín. En el Central las más importantes son las de Amuesa y las de Aliva, mientras que en Andara destaca la de la Llama y otros pequeños depósitos de la vertiente lebaniega.

La dinámica fluvial y el sistema kárstico

Los ríos de los Picos de Europa son cauces con un trazado rectilíneo, con lechos irregulares
en los que son frecuentes las cascadas y los rápidos, así como los grandes bloques caídos desde las laderas y empujados por las fuertes avenidas. Siempre discurren sobre el sustrato rocoso al que siguen erosionando, sin que existan depósitos aluviales de mínima importancia, características todas ellas propias de otros muchos ríos de montaña. Su régimen de caudal, de marcada influencia nival e importante torrencialidad, es igualmente común a este tipo de cauces, cuyo habitualmente tranquilo discurrir contrasta mucho con el enorme caudal y energía manifestada en los momentos de avenida, lo que coincide con intensos episodios lluviosos y, singularmente, con eventos de rápida fusión del manto nival acumulado en las alturas.
Una singularidad del sistema fluvial en estas montañas viene dada por la naturaleza
kárstica de la unidad. En efecto, las calizas carboníferas, que dominan el sustrato, son rocas
bastante solubles frente a la acción de las abundantes aguas meteóricas. Estas aguas han ido
disolviendo la superficie de los Picos pero también el propio interior del macizo rocoso,
infiltrándose a través de las fracturas progresivamente ensanchadas por efecto de la disolución.
Este fenómeno, el de la karstificación, alcanza en Picos de Europa una entidad y una
singularidad difíciles de igualar en todo el mundo, como lo prueba la existencia de un nutrido
grupo de cavidades de desarrollo vertical (simas) que se encuentran entre las más profundas de la Tierra..


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